Seguridad empresarial y equilibrio organizacional

Cuando la Seguridad se Convierte en Irracionalidad

Autor: Diego Alonso | Head of SMART Automation 

En el mundo empresarial contemporáneo, la seguridad de la información ha pasado de ser una preocupación técnica a convertirse en un eje estratégico de muchas organizaciones. En el centro de esta transformación están los CISO (Chief Information Security Officers), quienes, en algunos casos, han llegado a ejercer una influencia desproporcionada sobre las decisiones corporativas. Aunque la protección de los activos digitales es esencial, ¿qué sucede cuando la obsesión por la seguridad empieza a dirigir todas las iniciativas, dejando de lado la racionalidad y el balance? 

El auge del CISO como figura de poder 

El rol del CISO ha evolucionado significativamente en los últimos años. Lo que antes era una posición técnica enfocada en firewalls y antivirus, ahora es una función estratégica que reporta directamente a la alta dirección. Este cambio refleja la creciente relevancia de los riesgos cibernéticos, que pueden paralizar operaciones, dañar reputaciones y generar sanciones multimillonarias. 

Sin embargo, esta importancia no siempre se traduce en equilibrio. En algunos casos, los CISOs han convertido la seguridad en un dogma, influenciando cada aspecto de la organización: desde el diseño de productos hasta la gestión de recursos humanos, pasando por autorizar o vetar a proveedores (aunque estos no tengan responsabilidad alguna en el campo de la seguridad la información) . Esta deriva puede sofocar la innovación, frenar la agilidad empresarial y fomentar una cultura de paranoia más que de preparación. 

Seguridad vs. racionalidad 

Para ilustrarlo, imaginemos un escenario en la industria de la hostelería. Supongamos que todas las decisiones estuvieran lideradas por endocrinos, quienes priorizarían la nutrición por encima de cualquier otro aspecto. Bajo esta lógica, serían ellos quienes decidirían qué restaurantes reciben estrellas Michelin, basándose exclusivamente en criterios de salud. Aunque la seguridad alimentaria es vital, ¿realmente querríamos sacrificar la creatividad culinaria, el placer gastronómico y la experiencia del cliente en aras de una visión unilateral? Este enfoque extremo nos hace reflexionar: si en algo tan fundamental como la alimentación y la salud humana podemos identificar límites, ¿por qué no hacerlo en el ámbito corporativo? 

La seguridad es, por definición, un ejercicio de control. Pero cuando este control se lleva al extremo, la organización puede entrar en una espiral de irracionalidad. Ejemplos de ello incluyen: 

– Iniciativas bloqueadas por «exceso de riesgos»: Ideas prometedoras se descartan simplemente porque no cumplen con estrictos criterios de seguridad, ignorando su potencial beneficio. 

– Sobrecarga de controles: La implementación de políticas excesivamente restrictivas que complican tareas simples, como compartir documentos o acceder a sistemas críticos. 

– Costes desproporcionados: Invertir masivamente en herramientas que ofrecen beneficios marginales, desviando recursos de otras áreas importantes como la experiencia del cliente o la innovación. 

– Cultura del miedo: Un entorno donde cada error humano es penalizado como una amenaza de seguridad, lo que desincentiva la creatividad y la colaboración. 

La necesidad de un enfoque balanceado 

No se trata de minimizar la importancia de la seguridad (que tiene una importancia CAPITAL) , sino de integrarla de forma coherente con los objetivos organizacionales. La seguridad debe ser un facilitador, no un obstáculo. Esto requiere: 

  • Priorización basada en impacto: No todos los riesgos son iguales. Identificar cuáles representan amenazas reales y asignar recursos en función de su probabilidad e impacto. 
  • Colaboración interdepartamental: Los CISO deben trabajar junto con equipos de producto, marketing y operaciones para garantizar que las políticas de seguridad sean funcionales y alineadas con las necesidades del negocio. 
  • Cultura de preparación, no de paranoia: Educar a los empleados sobre buenas prácticas. Incorporar prácticas sin recurrir al miedo, promoviendo una actitud proactiva hacia la seguridad. 
  • Innovación consciente: En lugar de bloquear ideas, los CISOs deben buscar formas de hacerlas viables sin comprometer la seguridad. 

En resumen,  la seguridad de la información es, sin duda, una prioridad en la era digital. Sin embargo, cuando se convierte en el factor dominante que dirige todas las decisiones de una organización, puede sofocar su capacidad de crecer y adaptarse. Los líderes de las organizaciones incluidos los CISOs, deben encontrar un equilibrio entre proteger la organización y permitirle florecer. Porque en un mundo donde la irracionalidad toma las riendas, incluso las mejores intenciones pueden llevar al estancamiento. 

 

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